viernes, 30 de septiembre de 2011

Italia tiene ese no se que

Esta es la segunda vez que aterrizo en Italia. Hay varias cosas en común en los dos viajes. Por ejemplo, la otra vez también llegaba después de un tiempo suficiente viviendo en una cultura ajena. En ambos casos, era por escapadas de fin de semana, aunque esta vez teníamos un par de días extra.

Pero fue aterrizar, bajarse del avión, y sentir que estabamos de vuelta en casa, en Argentina. Esa sensación de reencontrarse con lo conocido, de estar en nuestro elemento, de volver al pago.

La otra vez podía pensar que ese feeling estaba sobredimensionado por el calvario de 4 semanas conviviendo con franceses, viviendo en Paris. Tras semejante experiencia, y al borde de la desesperación (a ver, debe haber excepciones, pero los franceses son mala gente, hay múltiplies evidencias de ello, la más reciente que descubrí es que programan en C usando la instrucción goto), es razonable que cualquier cosa que tuviera un dejo lejano de aire argento, fuera casi como un churro con dulce de leche en la plaza del Obelisco, por más que fuera primer y segundo plato de un restaurant en Roma.

Esta vez, aterrizamos después de 4 meses viviendo en la cultura británica. Cuyos puntos en común con con la cultura argenta son similares a la credibilidad de un político en campaña. Pero como no la estamos pasando mal en el conurbano londinense, pensé que la sensación iba a ser distinta.

Y me equivoqué. Es evidente la huella que dejaron los miles de inmigrantes tanos que poblaron el Rio de la Plata. Caminar por el aeropuerto de Milano Linate era como andar por pasillos de Ezeiza. Manejar el trayecto hasta el hotel, fue andar por la Riccheri. En fin, andar de vuelta en casa.

No se porqué, pero no tengo la misma sensación cuando ando en España. Algo que sería esperable, considerando la también abundante porción de inmigrantes en las pampas, entre los que se encuentran mis abuelos maternos, en línea bastante directa.

El paseo por Italia incluyó, además de la recorrida mañanera por el centro de Milano, viendo el imponente Duomo y la famosa Scala, además de la visita a Parma por el torneo y sus jamones, dos días en Como, visitando al ingeniero con nombre de pueblo

Como fue un lugar que nos sorprendió gratamente. El ingegnere ofició de guia turístico en una fugaz recorrida por el casco histórico, que evidencia un pasado de opulencia y mucha, pero mucha guita. El ingegnere también evidenciaba que fue sabia su elección entre la electrónica y el turismo, ya que los relatos eran breves, analíticos y 100% racionales (salvo por algún mix de fechas o estilos), características no apropiadas para la industria del ocio, que requiere estilos más verseros. A ver, debe ser necesario seguramente para que un turista se siente un rato largo en un bondi y no se baje pensando que lo estafaron, sino que dejó poca propina. Pero bueno, también es cierto que el contingente estaba formado por otros dos ingenieros, y mi vieja, que iba más preocupada en preguntar porque los negocios estaban cerrados, y si abrían el día siguiente, en vez del nombre de la Iglesia o la plaza por la que andabamos caminando.

La visita terminó en el borde del lago, tomando un helado en el lugar recomendado por el ingegnere. En esto, la verdad que el guia era grosso en serio, las recomendaciones del rubro morfi eran un hit atrás de otro. Y para los que lo conocen, sepan que sólamente escucharlo hablar en italiano pidiendo la pizza o el helado vale la pena el viaje, es tremendo!

También tuvimos tiempo para una escapada a Lugano en tren. Justo en la época en que anduvimos por allá, era la época en que las ediciones online de todos los diarios argentinos estaban todavía con la resaca del caso Candela, y calentaba motores el caso Daniela. Ya me carburaba la idea de hacer un post al respecto, al estilo Barcelona. A ver, lo iba a empezar con algo asi como "fuimos a Lugano en tren, a dar una mano pero no vimos a Daniela, ni pudimos participar en la marcha, los medios mienten, etc". 

Pero con esta fiaca de escribir, se me escapó la tortuga, la nena apareció, la moda de las noticias de secuestros de menores se fue silbando bajito al archivo, con los Pomar, Vanessa y otros ilustres miembros de los futuros anales de sucesos bonaerenses. Ahora parece que garpa hablar de monedas: el dolar y la crisis del euro. Pero en el Reino Unido se usan libras asi que el tema me queda un poco tirado de los pelos, voy a tener que rascar idea de otro lado.

A modo de epílogo del post, la ciudad de Lugano, en Suiza, nos mostró todo su encanto. Un día soleado, de calorcito agradable, no sofocante, la ciudad está en borde de un lago, de espaldas a los Alpes. El típico paisaje que venden cómo extraordinario en el sur argentino, pero sin el estilo rústico que predomina en Bariloche y aledaños, sino con estilo moderno, sobre el diseño urbano que se nota bastante medieval.

Suiza es un lugar raro. Quizás sea porque se habla italiano, sin estar en Italia, aunque también te entienden en inglés, aleman y hasta castellano. Quizás sea porque estás fuera de la Comunidad Europea, aunque esté en el corazón geográfico del continente. Dónde pueden pasar cosas raras, cómo que se violen las leyes físicas. Dónde uno tiene la sensación de que realmente se puede sentar en un banco, y hablar con uno mismo.

Italia tendrá ese no se que, para que uno se sienta en casa. 

Pero Suiza tiene ese no se que, que hace que uno se sienta que está en un mundo aparte.

martes, 20 de septiembre de 2011

Chau Sapo

 Posteo-Piterino, homenaje al mejor jugador de fútbol que anduvo por el Morumbí de Moreno.

Cuando era chico, jugaba a la pelota con tres o cuatro amigos de la cuadra, imaginando un arco improvisado con un poste de luz o el portón del garage de alguna casa. También jugabamos en la escuela primaria, en alguna que otra hora de gimnasia, y no tan seguid en algún parque o plaza.

En edad de secundaria, el fútbol se pegó a la actividad del colegio por la gente, pero se despegó de su escenario. Con más autonomía geográfica y algún billete en vez de monedas en el bolsillo, empezaba la aventura de jugar en canchas de 5, alquiladas, con los compañeros más amigos. Más el hermano o el amigo de alguno cuando hacía falta, porque no llegabamos con la gente. O a veces, colarse en un partido de amigos ajenos (solo ajenos, no de lo) como el relleno salvador.

Y asi se empezó a tejer esa telaraña de gente conocida, pero no tanto. Flacos a los que veías todas las semanas, a veces en dos, tres o más ocasiones, pero siempre en la cancha, y pateando la pelota. Flacos de los que normalmente no sabías el nombre de pila, apenas el apodo y el cuadro del que era hincha. Flacos de los que sabías si era habilidoso, si le pegaba bien a la bocha, si corría, si marcaba, si metía, si atajaba, si tiraba caños, si trataba de afanar los laterales, etc.

Pero de los que no sabías absolutamente nada de su vida, salvo algún detalle esporádico que se colaba de vez en cuando. "Es judoca" . "Es tan bruto que suma 2+2 con los dedos, y encima le da 3 y medio" . "Es el hijo de la hermana de la profesora de Castellano" . "Juega al handball en Ferro" . "Todavía está en primer año" . "El viejo es cana". "Es de la barra de Platense". "Yo que sabía, no es amigo mio, apenas jugué un par de partidos con él en otro lado". Y cosas de ese estilo, anecdóticas, totalmente intrascendentes para la relación y lo que importaba, que era el fútbol.

Con el correr del tiempo, pasé la mayoría de edad, y a esa altura ya era muy borrosa la referencia de dónde conocía a tanta gente, y aprendi el término "amigo del fútbol". Las vueltas de la vida no eran muy complicadas por ese entonces, se resumían a ir a la facultad medio día y jugar al fútbol la otra mitad. Salvo que fuera fin de semana, porque entonces nos ibamos de joda, actividad que no congeniaba con las otras dos (lo se por experiencia, porque también tratamos de mezclarlas, con resultados nefastos). A 10 jugadores por partido, con un promedio de 4 a 5 partidos por semana, era mucha la gente que caia en esa categoría, y a la que veía a veces más seguido que a lo que uno llamaría más normalmente "amigo".

Pasaron los años, la vida fue dando más vueltas, y el promedio de partidos por semana se fue al descenso, pero el tamaño de la lista de "amigos del fútbol" no dejo de crecer, la envidia de cualquier adicto del Facebook. Seguimos en contacto, ya establecidos en lo que llamamos el Morumbí de Moreno. Nuestra cancha preferida, nuestro punto de reencuentro con viejos y nuevos conocidos.

Ahi, desde mi lugar de siempre, parado abajo de los palos del arco de la calle Zuviria de la cancha 3, lo conocí a Sapo (debería decir lo vi jugar, en realidad, pero con todo lo expuesto, creo que se entiende la frase). Flaco, alto, sencillo, amigo del hermano de un amigo de un ex compañero de primaria de un compañero de secundaria. El dato adicional era que jugaba ( o jugó, esos antecedentes siempre se magnificaban ) al futsal en San Lorenzo, y a veces lo gastaban que era medio burro con el tema de internet, sobre todo cuando se informatizó la organización de los partidos, y se reemplazó el teléfono por el mail. Después le agarró la mano, claro, como todos.

Pero con la pelota no era ningún burro, era una auténtica bestia en el buen sentido de la palabra. La llevaba cómo quería, para dónde quería, y a la velocidad que quería. No sólo era habilidoso, sino que corría, marcaba, metía, ordenaba al equipo. Y cuándo las papas quemaban, duplicaba el esfuerzo, y se cargaba al hombro al equipo, sin importar los troncos que lo trataban de ayudar, casi tratando de sacar peras de un olmo.

Algunos días lo sufrí en el equipo contrario. Era cruzar los dedos cada vez que se mandaba al arco, esquivando defensores como si fueran conitos. Era la esperanza de que el arco era chico, y la certeza de que seguro encontraba el momento para cerrar la jugada con una definición exquisita, una rabona o un caño. A veces, todo eso junto en una sola baldosa. A veces en dos o más, con el agregado de dejarme desparramado de vergüenza en el cemento verde.

También fue compañero de equipo, y pude disfrutar de esa satisfacción que sienten los toscos como yo jugando con un player de su clase. No importa lo malo que saliera el pase, el tipo siempre la recibía, la dominaba, y te la devolvía redonda, de forma tal que sin esfuerzo propio podías completar la pared. No importa lo fulera que parezca la parada, lo chiva que venga la mano, siempre podemos tirarsela con la mejor buena voluntad a Sapo y ver que nos saque victoriosos de este kilombo.

Hoy me enteré que el fin de semana se murió Ezequiel Saponare. Yo no lo conocía por ese nombre, para mi era simplemente Sapo. Se me ocurre que no debe ser el primer "amigo del fútbol" que fallece en todos estos años, capáz que hubo otros y yo no me enteré.

Pero de lo que estoy seguro es de que este se llevó una parte grande de fútbol con él, muy dificil de reemplazar. 

martes, 13 de septiembre de 2011

Dimensiones en Heathrow

Vuelo de Alitalia hacia Milan, para el paseo por la Europa continental. Salimos desde Heathrow, el principal aeropuerto de Londres, privilegiando que es el mas cercano a casa. Normalmente son vuelos un poco mas caros, pero con el rango de edades de los viajantes entre los menos de 2 años, y los 91 pirulos recién cumplidos, preferimos tirar unos morlacos ahi y no en una hora extra de bondi o tren para ir y otra para venir.

Creo que ya comenté el tamaño de Heathrow, que pueden constatar viendo como en googlemaps. Pero dos cositas que pueden ayudar a tomar consciencia del mismo, más allá de la escala visible:
  • a la ida, estuvimos una hora sentados en el avión, todo listo para despegar, pero en vez de carretear y levantar vuelo, avanzaba y paraba a cada rato. Pudimos comprobar, al mirar por la ventanilla, que era por la brutal cola de aviones, que como si de un embotellamiento en Panamericana se tratase, tenían su cuello de botella en la pista de despegues.
  • A la vuelta, decidimos tomarnos un bondi desde la terminal 5, que está a 10 minutos de casa. Pero como nuestro vuelo llegaba a la terminal  4, tuvimos que tomarnos el tren interno. Habrán sido 40 minutos de viaje, incluyendo la espera de 10 minutos por una combinación entre las dos estaciones, para poder llegar a la dichosa terminal 5. Sin salir en ningùn momento del perímetro del aeropuerto.
 Asi que casi que lo que ganamos de tiempo para llegar, comparando con otros puertos aereos como Luton, Gatwick o Stanstead, lo perdimos dando vueltas internas. Tenganlo en cuenta, futuros visitantes !

lunes, 12 de septiembre de 2011

Carambola a tres bandas

Vinimos a Parma, con la excusa de jugar un torneo de hockeysub y hacer un poco de turismo por el norte de Italia con la familia. Obviamente la expectativa gastronómica era alta, pero jamás hubieramos soñado con algo como esto. Y eso que estuvimos hace dos semanas a pura panzada de jamón ibérico en Galicia, asi que estamos bastante exquisitos en el tema.

Prosciutto es "jamón", en italiano. Casi cómo cuando en el pool del bar del barrio hacías un tiro
semi recto tan choto que rebotaba en varias bandas y entraba de pedo en la tronera menos pensada.
Igual, de puro caradura, seguías jugando como si nada, como si eso era parte del plan.
 Estos días estuve con poco tiempo e internet, pero me voy a poner al día. Material no falta.