Dónde se describe la tradición de las peluquerias porteñas, y se narran las peripecias por las que tuvo que pasar el protagonista para obtener un corte de pelo en una tierra extraña. En la peluquería unisex. En la peluquería de la calle principal.
Situación complicada. Sobre todo porque hace unos 20 años me corto el pelo en lo de Osvaldo, algo que me simplifica bastante la cosa. Es la típica y tradicional peluquería de barrio, de varios años, no confundir con otras que tratan de usufructuar su fama usando el mismo nombre. Es un lugar al que algún día quizás entrarán los Emos y los Floggers adolescentes de la actualidad, cuando estén entrando en años, pero por suerte para él, por ese entonces el peluquero ya va a estar jubilado.
Ahi el trámite del corte de pelo siempre es simple y sencillo.
Entro a la peluquería, me siento en el sillón, el peluquero (que responde al nombre de Osvaldo) corta el pelo como siempre, y hablamos un rato de cosas importantes: noticias del barrio principalmente, algo de fútbol, la encuesta habitual de cómo va todo "en ese deporte raro que hacías vos, cómo era, water polo subacuático?".
Cómo buen laburante, no se cansa de putear a cuanto político sale en el diario, porque bueno, no son "gente como uno", sino que son gente con mucha plata y poco esfuerzo. Hoy me intriga saber que pensaría también de toda la movida sanlorencista para que les den el historíco Carrefour, ya que tiene la peluquería hace bastantes años en la zona, y debe acordarse detalles del caso. Seguramente diría que es una pelotudez de los dirigentes actuales, que se patinaron guita con Ramón, y no ganaron nada, y quieren congraciarse con la gente con esto. Debe ser de los pocos hinchas de San Lorenzo con sentido común que conozco, y con los pies en la tierra respecto al club. Gran contraste con los cuervos más fanáticos, que son capaces de afirmar que el Barcelona es una filial azulgrana, a la que le dejaron copiar la camiseta, sin que se les caiga la cara de piedra.
En fin, ahi se puede charlar de cosas de las que vale la pena hablar, en vez de que la conversación pase por andar explicándole cómo quiero que corte, el estilo, cómo lo voy a peinar, si es para un evento, si el largo está bien, el volumen, etc.
Y cómo sabe cómo quiero el corte, puedo ir con una porra de 2 meses en el marote, y salgo siempre (casi) igual (a veces se dan unos leves desajustes, científicamente comprobados, en el parietal izquierdo, pero bueno, tampoco es tan grave). Por eso es común también que vaya en Noviembre, y le deje saludos para las fiestas, o que en Febrero le desee "Felices Pascuas".
Pero con todo esto de la mudanza, pasó el tiempo, el pelo creció bastante, y me encontré con que Osvaldo seguía en su "Salón Masculino" de la Av. Asamblea, y por más que cobre barato (hay rumores de que lo monitorea el Indec), el tema del pasaje encarece mucho el corte. La opción de cortarme el pelo una vez por año, cuándo esté de visita, tampoco le gustó mucho a Diana.
Hubo que buscar alternativas locales. La primera fue una peluquería que está a una cuadra de casa, en una esquina. De casualidad estabamos comprando algunas cosas para el almuerzo del Domingo, y vimos que estaba abierta. Tenía pinta de peluquería de señoras viejas, pero el cartel decía "unisex", eran las 9 de la mañana y no había nadie. Asi que entré y me atendió una señora gorda que me preguntó que quería, y ante mi respuesta me contestó que me podía dar un turno para el mediodía.
"Un turno? Pero si no hay nadie, la puta madre, que ganas de joder" pensé, y no se lo dije, sino que hice el cálculo rápido de que era un tema sensible, que iba a resolverse por prueba y error. Asi que hay que quedé en volver a las 12, y probar.
A las 12 estuve de vuelta, estaba la misma señora que resultó ser la peluquera. También estaba el hijo con una nena de un año, que resultó ser la nieta. Tras la breve ceremonia protocolar del lavado, la preparación con los manteles y cepillos, llega la pregunta:
"Cómo quiere que le corte el pelo?".
(Qué se yo, es algo que apenas habré explicado 2 veces en las últimas 2 décadas, ya ni me acuerdo como era la termiinología. Vamos a lo seguro.) "Corto".
"Qué tan corto? Con Máquina?".
(Menos mal que hay opciones, salvadoras opciones)."No, tan corto no. La verdad no se explicartelo, iba siempre al mismo peluquero, yo me sentaba y el cortaba (casi) siempre igual, mientras hablabamos de fútbol y esas cosas".
"A ver, para tener una idea, cuándo fue la última vez que te cortaste el pelo?"
(Yo que mierda se, apenas tengo un blog, no una bitácora o diario íntimo dónde registro fechas y eventos de mi vida. Y si bien tengo buena memoria, es para cosas más importantes): "mmm, no me acuerdo bien".
"Necesito tener una idea, para saber cuánto cortar. Este pelo puede ser de 7 semanas ? 4 semanas? 5 ?".
(A esta altura me veo en el espejo, y me siento reflejado en esos estudiantes de secundaria que compiten por un viaje de egresados en un juego de preguntas y respuestas televisivo, y no tienen la más conchuda idea de lo que les están preguntando, incluso en la formalidad del "de qué colegio sos?". Es más, contestan con el número o letra de la opción, ni siquiera entienden el contenido). "Puede ser 5?".
El diálogo continua con una explicación de lo que va a hacer, cortar y rebajar N semanas y blablablaa. A la altura del blablabla, tomo nota mental de que acá le erré, y me resigno a ver que pasa. Durante el corte, habló un poco de fútbol con el hijo, que es hincha del Arsenal, y después me preguntó de dónde venía, cómo había llegado, etc. Me enteré que también ella era de afuera, de Kenya, algo que me sorprendió, porque por los rasgos pensé que era de India. No se si toda la conversación habrá sido porque a raiz de mis comentarios, pensaron que en Argentina uno va a la peluquería a cortarse el pelo y charlar, o si acá también se estila.
Pero bueno, salí con un corte de pelo decente, no tan corto como siempre, pero por lo menos sin nada raro en la cabeza. El tiempo pasó, y el pelo volvió a crecer. De nuevo andaba necesitando un corte, pero en otra peluquería.
En la esquina de enfrente del laburo hay una, que tiene más pinta de lo que yo puedo llamar peluquería, y un cartel grande que dice "No se necesita turno". Claro, tiene horario inglés, que justo coincide con mi horario de laburo. Cosa que no puedo entender, pero acá todo el mundo labura de 9 a 17:30, salvo los pubs. Asi que entre semana se complicaba ir.
En la esquina de enfrente del laburo hay una, que tiene más pinta de lo que yo puedo llamar peluquería, y un cartel grande que dice "No se necesita turno". Claro, tiene horario inglés, que justo coincide con mi horario de laburo. Cosa que no puedo entender, pero acá todo el mundo labura de 9 a 17:30, salvo los pubs. Asi que entre semana se complicaba ir.
Pero el sábado pasado teníamos que hacer unas compras, pasamos por la puerta y estaba abierta. Entro. El peluquero está cortandole el pelo a un flaco, y no hay gente esperando. Diana y Franco siguen hasta el shopping, y yo me quedo sentado a la espera de que termine.
El peluquero tiene pinta de británico, nativo. Corta un poco de pelo con la máquina, se detiene y la apaga para complementar el tema de conversación con unos gestos expresivos. Habla con un acento medio cerrado, y estoy medio lejos, asi que no llego a escuchar bien de que va el dialogo. Pero por los gestos, me doy cuenta que es de autos o de fútbol, asi que hay buen ambiente. Prende la máquina, recorta otro poco, y de vuelta esa pausa, clásica, para que el cliente preste atención y se concentre en lo que va a decir. La mirada, los gestos de la cara refllejados en el espejo, y los ademanes con la mano libre refuerzan el mensaje, y aunque no entiendo bien que carajo está diciendo, seguro que es algo importante.
Termina con el flaco, que lo saluda, le paga y se va tranquilo. Barre la zona aledaña a la silla, mientras me estudia de reojo. Después me señala la silla con la mirada, y mientras tira el pelo en el tacho de basura, me dice que me vaya sentando.
Empieza los preparativos, sin lavado. Me pregunto si no tendría que decirle que ayer a la noche fui a nadar, y no me lavé la cabeza a la salida. Aunque calculo que con la dureza y la textura del pelo, se va a dar cuenta. Supongo también que lo va a mojar con un spray o similar antes de empezar a cortar. El dialogo inicial es más simple que la otra vez, un poco porque ambas partes simplificamos la cosa.
"Cómo querés que te corte el pelo?". "Corto, pero no tanto como para máquina".
Agarra la tijera y empieza a cortar. Tres cortes, para, mira, manosea un poco el pelo. Con la cara, dice "pero la puta madre", y con la boca dice "este pelo está...". Sigue intentando, y acelera la cadencia. Dos cortes, y el gesto. Un corte y el gesto. Supongo que ya pasé el punto de no retorno para comentar lo de la pileta, o para pedir un lavado. Empiezo a sospechar que es inminente que se de por vencido, levante campamento y me diga "la próxima vez que te quieras mandar una joda como esta, uso la navaja, y derecho en la yugular", mientras señala la puerta.
Pero por suerte no se da por vencido, y me ofrece la alternativa de la máquina para algunos sectores. La ofrece al estilo sindicalista que negocia aumento de convenio, asi que el margen para opinar es uno y el de aceptar gustoso la oferta es inmensamente más grande. Bueno, quizás tengo algo de responsabilidad por lo del lavado del pelo, asi que le doy el ok.
El resultado no fue tan grave, usa la máquina y el peine a la vez. Va sacando algo de pelo, y recuperando el humor. Después usa el spray, y sigue con tijera y peine, pero con otro ánimo. El comentario de que soy de Argentino lleva la conversación al fútbol, a lo que gana Messi, a los kilombos que está haciendo Tevez, en fin. Temas importantes, de los que vale la pena hablar. Cada tanto agarra el ritmo de la música que suena en la radio, y entona bajito un estribillo, mientras hace su laburo. Desborda esa satisfacción y la felicidad de un hombre que solucionó un kilombo en el trabajo, y disfruta rematando la faena.
Me fui con el pelo corto, corto más o menos como lo quería. Se lo comenté mientras le pagaba y le daba las gracias (casi que totales). Seguramente cuando empiece a crecer de nuevo, saldrán a la luz detalles, diferencias, desparejos, etc.
Pero parece que es un tema encaminado. Aunque para la próxima seguramente voy a tratar de lavarme el pelo antes de ir, por las dudas.
Jaaa,ja, ja...Esto se lo imprimo y se lo llevo a Osvaldo...
ResponderEliminarChe, si, hay que ir a comentarselo a Osvaldo, que siempre muerde igual por el parietal izquierdo. Es bien jodido cortarse el pelo de manera simple, lo del turno ya me deja en offside.
ResponderEliminarsaludos pibeee!
Increible lo del turno ! Me mato eso de los secundarios, ja ja ja !!!
ResponderEliminar"Ahora dicen" que Osvaldo cuenta que vos le escribiste un mail(sic) desde Londres. Voy a volver a corroborarlo, me estaría viniendo bien un corte.
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