Seguimos al médico por un pasillo, junto con la otra pareja a la que también había llamado. Mientras caminabamos, el doctor ensayó un discurso de disculpas por la demora, que había sido tan larga por la noche movida.
"En serio ? Si, ya nos dimos cuenta de eso" pensé, y también lo dije en voz alta, en correcto inglés, porque venía un poco pasado de rosca. El médico, de ascendencia oriental, se sobresaltó un poco con la respuesta. Al final del pasillo, curva a la derecha y llegamos a la sala de urgencias.
La sala es como otras salas de emergencias que tuvimos la mala suerte de conocer. Es un ambiente amplio, que por medio de cortinas se puede dividir y subdividir en varios sectores donde atienden a cada paciente. Con un mínimo de privacidad visual, pero no acústica. Habría unas 12 o 14 secciones útiles, o al menos estaban numeradas hasta ese valor. Sobre un costado, los escritorios que hacen de oficinas de recepción, cómo si fueran el puente de un barco.
Nos indica una fila de 4 sillas contra uno de los escritorios, donde hay un tipo sentado, y nos explica que estamos en la sección de urgencias graves. Como una excepción, porque los casos en realidad son leves, pero están sin gente en la sección correspondiente, y por eso va a ser más rápido que nos atiendan ahí. Qué por favor, esperemos en las sillas, que en breve nos van a llamar.
El cansancio y el fastidio hacen que nos miremos, y nos preguntemos mutuamente con Diana si habremos entendido bien. Básicamente, lo que nos dijo es que tenemos que seguir esperando, pero esta vez en otra sala. En fin, ya van 3 horas y media desde el tejazo, y el único avance real y tangible que tuvimos fue la cinta adhesiva del enfermero MalaOnda. Pero queremos creer que ya estamos ahi de terminar con todo, asi que nos sentamos y esperamos.
El doctor se da vuelta, se sienta en el "puente de comando" y empieza a cargar los datos de las carpetas de Diana y la otra mujer en la computadora. Cada tanto da un par de indicaciones, conversa con una rubia que parece ser la copiloto, y larga frases como "61 pacientes a la medianoche, qué locura!" o "podremos pedir que Cameron se quede un par de horas más, para atender porque...".
Un vistazo rápido de la sala dice mucho y el análisis con un poco de profundidad es desolador. Hay unos 6 consultorios ocupados en total con casos "graves" y en casi todos podemos ver a sus ocupantes.
En uno está el viejito de los pañales, de costado, en posición de me quiero dormir pero no me trajeron la bolsa de agua caliente ni el peluche, asi que no puedo. La soledad y la vejez son dos cosas terribles, sin duda.
En uno del fondo hay una chica joven, aunque con el pelo blanco, y bastante regordeta. Está sentada en la cama, sobre sus manos, con cara de indignación porque no la atienden. Porque no le dicen lo que quiere que le digan, en realidad. El doctor chino trató de hablar un par de veces con ella, pero la gorda no cedió en su encule, y siguió sentada en el mismo lugar. Tiene toda la pinta de ser miembro del club de fans de Ricky Martin, y toda la impresión de que todavía se niega a creer que es puto. Dejan pasar el tiempo, y mandan a otro médico, pediatra, que simula un par de chequeos que no la convencen, y sigue sin querer irse.
Van de a dos, y aunque no se llega a escuchar lo que le dicen, me imagino que debe ser un "andate gorda de mierda que no tenés nada que no se cure con una merma en la ingesta de postres, andate antes de que llamemos a los de seguridad, que como sos tan fea, te van a sacar, pero empujándote con un palo para no tocarte, y en la punta por las dudas van a poner un guante de latex". La gorda cede, pero exige que le den una nota para que el GP (médico de cabecera) le de bola. Le dan la papeleta, y se va, aunque amenazando "ya van a ver que tengo algo". Una negociación exitosa, que logró vaciar una camilla, aunque en realidad había otras vacias también, asi que parece una victoria pírrica.
En otra camilla, un poco más cubierto por cortinas, está acostado Tom Hanks, del que Heath Ledger motoneta no se despega de al lado salvo por escasos momentos, en los que le va a buscar agua. Le toca atenderlos a otro doctor chino, que no es el capitán del barco, y que se pone 3 pares de güantes de latex por las dudas. Me pregunto si el chango no tendrá sida avanzado, si no será esa la agonía, los empujones firmes y continuos hacia el abismo al que lleva el HIV. El motoquero no deja de pedir disculpas cada vez que viene a buscar agua (las jarras están en el escritorio detrás nuestro), y no para de decirle al médico que su amigo quiere estar bien, tranquilo, que lo que más quiere es irse a casa. Supongo que este sí es un caso grave, o al menos tiene el beneficio de la duda.
Hay otra cama ocupada con un señor mayor durmiendo. La verdad es que no se movió en todo el tiempo que estuvimos, que no fue poco. Pero estabamos en la sala de emergencias, no en la morgue. Y el tipo no estaba tapado, asi que no pude sacar mucho en limpio.
Tres camas más se ocuparon mientras esperabamos.
Una fue con una mujer, que entró caminando, consciente, acompañada, le pusieron suero, le hablaron un rato largo, y nada más. Cuando nos fuimos, seguía ahi.
Otra la ocupó el señor que ya estaba sentado en la sala esperando cuando llegamos. Lo atendió el pediatra que tras dos minutos le dice que no tiene nada, que vaya a ver a su GP. El chango le responde que vio al GP hace dos días, y que no le dio bola. Rápido de reflejos, el doc juega la carta de "te hago una nota dedicada a tu médico de cabecera" y gana la mano con facilidad.
Por último, un morocho de etnia africana entró caminando y ocupó la cama donde estaba la gordita gruppie. El doctor chino habla con él, y cuando vuelve al puente de comando le pide a uno que vaya, le haga un electro, lo revise y lo mande a la casa, pero que no pierda mucho tiempo, que el tipo no tiene nada.
Ya llevabamos una hora de espera adentro de la sala de urgencias "graves", y a Diana la nariz se le había hinchado bastante, y le dolía. Sumado al cansancio y agobio de ver tanta ineficiencia e inoperancia. Se le escapan unos sollozos provocados tanto por el dolor como por la exasperación.
El doctor-capitán-de-goleta-chino está sentado en su escritorio, levanta la vista y pregunta "Le duele? Le podemos dar algo si quiere". Cruzamos miradas con Diana, y cometo el error de responderle "si, pero más que nada es angustia por el tema de la espera". Claro, la espera, pero para eso parece que no tiene ningún medicamento.
A los 5 minutos me arrepiento, y le pido qué le puede dar "Seguro, no hay problema. Paracetamol, ya le traigo". Para que pregunté. Pienso que tengo que llamar sin falta a la Fundación Nobel, a ver si todavía estoy a tiempo de proponer a este tipo para el premio de Medicina de este año. Aunque seguramente está nominado.
Pienso que Diana tiene la nariz probablemente rota, y este salame le da una aspirina para calmarle el dolor. Pienso que a este capitán lo tapó el agua, y se le hundió el barco, con una sala de urgencias graves mitad vacia y mitad llena de hipocondríacos. Pienso que no es un problema de suministros, no es que tengan que atar nada con alambre. Pienso que realmente son muy boludos para complicarse tanto solos, y me doy máquina cada vez que entra alguien con una urgencia grave, caminando lo más bien por el pasillo.
Ah, Dr.House, qué lástima que te estés perdiendo todo este material. Seguramente Benny Hill se daba una vuelta por este hospital para inspirarse antes de escribir libretos.
Pasaron las 2 de la mañana, y seguiamos sentados esperando. Cinco horas después del golpe, empezamos a perder algunas chavetas.
(to be continued...)
Totalmente bizarro. Al final es igual que acà, pero con la diferencia que ellos tiene gasas...
ResponderEliminaruna vez en ER se filmó un capitulo todo en la sala de espera, era igual de tremendo.
ResponderEliminarespero que la nariz ya haya dejado de doler y que no sea nada!
Tal cual JorViv !
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